lunes, 15 de noviembre de 2010

la casa sucia, gracias a Dios

El amor, esa palabra.
El dolor, esa palabra.
En medio de ellas, yo. A Ari no le gusta que me ponga dramática, pero cada uno es víctima de sus mitomanías. A los 12 años yo leía 'Cumbres borrascosas'. Que no me pidan ahora que no me eche a llorar por insignificancias. Vivir es la mayor insignificancia. Intentamos darle sentido mientras se nos va el tiempo en apagar incendios que nosotros provocamos. Llevo unos pitillos rojos, del color de mi corazón. Al ponerme estos pantalones he llorado esta mañana y a Ari no le gustaría, pero he sentido el peso del lunes en su infinita dimensión y he pensado en quien compró estos pantalones para mí y en el brillo de sus ojos, me he sentido torpe e inservible, sin nada que desayunar. Mi cocina parece la batalla de Stalingrado y eso es amor.
Permito que el desorden entre a veces en mi vida, no queda un sólo vaso por fregar y no se altera mi pulso, porque este fin de semana mis amigas han decidido declarme su amor a través de la vajilla, ultrajando mi alfombra y llenándome de pelos el lavabo. El amor es sucio, deja restos. Y así debe ser. Juro que ahora suena Alicia Keys y no me lo explico. La banda sonora nunca es la adecuada. Podría llorar también ahora y Ari resoplaría como la macarra neorromántica que es, en el fondo Ari es Werther, pero ella no lo sabe. Podría llorar decía, porque soy de lágrima fácil y de orgasmo difícil. Lo prefiero así.
No quiero ser jamás una mujer pragmática, no quiero hacer la compra los miércoles ni guardar la compostura en los restaurantes. Estoy a un paso de la histeria, quería comerme el mundo y sólo me comí unos cuantos coños. Este chiste es para Zaida. Quiero que todos sepan que asumo todas las incompetencias que me otorgue el Estado.
Mis manos no están tan frías como las de Julia, pero yo nunca estaré a su altura. Me faltan 27 centímetros y aprendo constantemente de ella. Te dejaste las gominolas en el frigorífico, por cierto.
Y no, compro fruta y no me la como. Pero de vez en cuando, lo sigo haciendo, sabiendo que se pondrá oscura y podrida mientras yo como chococrispis, de la misma manera que deseo casarme con cada mujer que amo mientras soy incapaz de entender por qué uno más uno es siempre confusión. La fruta, el amor, yo los quiero, aunque se me pongan malos, los quiero cerca para pensar que puedo ser mejor.
Cada día alguien te otorga un voto de desconfianza, pero está en cada uno asumir la ridiculez inmensa del ser humano, para qué sirve una corbata, los sueños se hacen realidad sólo cuando suena el despertador, pero siempre he querido leer el siguiente capítulo. Invariablemente.

Hoy trazo un ambicioso plan que consiste en sobrevivir (al lunes).

5 comentarios:

  1. a Ari le gustas tal y como eres, dejando que las manzanas se pongan oscuras y rugosas, llorando, sonriendome, hablándome, queríendome.
    Ahora podras ponerte un jersei azul o rojo, de algodón porque será enviado desde Barcelona hacia Pamplona deseando que lo estrenes el primer día.

    te quiero.
    Ari.

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  2. voy a votar al partido de los coños insumisos

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  3. Jajajaja, Marc, hoy he pensado mucho en ti.
    A ti, Ari, te adoro, sin paliativos. Gracias por tu mensaje, por tu ceceo y por tu pragmatismo que a veces las neurasténicas necesitamos (en pequeñas dosis).

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  4. Nerea, te leo y pienso en lo felices que hemos estado estos días, a pesar de que hace siete kilos que llegamos a Pamplona. no hay smokings rooms en muchos aeropuertos pero yo sé que nos reuniremos en ellos. viaggio in italia, te querré siempre.

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