miércoles, 17 de agosto de 2011

Mi oido en tu corazón

Siempre que alguien se va a despedir dice "Esto no es una despedida".
Bueno, esto sí es una despedida.
Agosto es un buen mes para decir adios, porque frente a un día de verano todo parece más pequeño. Menos importante.
He estado casi un año dando el coñazo aquí, sin ponernos literales.
Marijose agradecerá que deje de preguntarle por este estúpido blog. Te quiero más de lo que puedo explicar. Ayer, sentada junto a las hermanas Dronda en un río, embardunadas de líquenes, decidí la más complicada de las operaciones, aparte de avanzar sin calzado entre las rocas: estar. Estar.

Miro atrás y juro que tengo ganas de ponerme sentimental. Siempre sentimental. Intelectualmente sentimental. Intensamente sentimental. Pero esta mañana he paseado con Alma entre peregrinos católicos de relucientes conciencias peligrosas, me he asomado a la catedral de mi ciudad, tan fea por fuera, tan bella por dentro, al revés que la mayoría del lesbianismo internacional, he ido a ver a los ciervos, sí, Laura, a los ciervos aristocráticos y luego he tomado un aperitivo con mi abuela. He sido una emprendedora minúscula, he trazado planes por encima de mis posibilidades. Como llegar a la psique de un hombre. Vencer la pereza a los grandes almacenes. Escribir la Gran Novela Sobre La Ruptura Amorosa. Sin romperme.

Queridas, sabéis que estoy llena de amor y que a veces el amor es indigesto.
No hace falta que añada todas las heridas que pienso seguir inflingíendome por el amor, ese nombre, el amor, joder, el amor.
Y Zaida.
Julia.
Maite, Maite, Maite, Maite.
No puedo seguir.
Es así.
Dramas y caballeros es amor travestido de literatura.
Es amor protegido del frío con la manta del humor.

Pamplona en agosto.
Tendríais que verla.

Intento estar atenta, como cuando intentas escuchar un corazón con el oído. Pegando así la cabeza. Joder, y de repente está ahí, y ese puto órgano es el motor del mundo.
Lo único.

¿Podría ponerme más trascendente? Me imagino una droga que te ponga trascendente.
-¿Te pone?
-Trascendente.
-¿Y que notas?
-Estoy mirando a esa chica de la camiseta roja y tengo ganas de decirle que asumo sus incompetencias futuras, las mias, y que quiero que me vacíe el frigorífico en todas las resacas del mundo.
-Joder, tia, pues sí que te ha subido.

No sé, criaturas, yo qué sé.
Os quiero.
Me voy al cine con mi hermana. Ainhoa.
Mi hermana se llama Ainhoa y nos miramos raro a veces, tan diferentes, pero le está creciendo el flequillo y qué guapa está.

Esta tarde he estado viendo un debate con mi padre en la tele. Sobre sexo en la tercera edad.
Mi padre ha estrenado camisa y pantalones.
Qué tonta estoy.

Ayer la luna daba ganas de ser una chica con expectativas.


lunes, 8 de agosto de 2011

las manos dentro del agua

Para llegar a entender bien el estado de descrédito vital, de mala alimentación, romanticismo barato, estupidez y delirio poético al que nos conducen los domingos basta una imagen de mi persona, ayer a las 19:57, esperando a mi novia en su casa, viendo 'El discurso del rey' y llorando con toda mi intensidad dramática, sabiendo que es una película edulcorada y predecible y monárquica y hace tiempo que estoy enamorada de Colin Firth, quién tuviera un novio que se llamara Colin, hace tiempo que no me como un colín, y yo comía palomitas mojadas de lágrimas y bueno, intenté asaltar el frigorífico pero a mí me asaltó la duda: ¿si las sárdinas son buenas para el ácido úrico, es adecuado ignorar las promesas electorales de tus amigas?
Los domingos son terribles, no más que las mujeres, ayer el sol me ajustició y me declaré culpable de cohecho y de hecho, a lo hecho pecho, volvería a hacerlo, porque a partir de los deshechos, yo creo en la belleza de las ruinas, de lo que permanece en pie. No como yo, que permanecí postrada pensando en la autobiografía de Mark Twain, 'Pasando fatigas', y en ti, en ti, en ti, en ti.
Me declaro culpable.
Me declaro, culpable.
El tiempo también es culpable y Giorgio Armani también, con esos bañadores que lleva en la playa.
Creo que me gustaría estar una temporada en un hospital, sólo por una razón: para que me llamaran paciente.
En términos generales, la impaciencia me domina y atraigo a la población masculina de raza negra , igual que Laura Martín a la que no sé qué más decirle, porque lo hemos dicho todo y nada y hablamos de nuestras relaciones como si supiéramos algo, como si fuéramos economistas y no proletarias del amor. 
Me encontré con mi prima Amaia bastante borracha (yo) en un bar el sábado por la noche y creo, sin desmerecer a otras personas absurdas, que dije la tontería de agosto: "¿Eres tú la prima de riesgo de la que tanto hablan?". Ay. Marijose se rie con esas cosas. Pero luego se queda dormida con sus amantes en el sofá. Y hablando de sofá-cama, parece ser que tener uno es la mejor excusa para tener y no tener sexo en la Europa caucasiana.
Y ahora, una prueba de fuego para saber si es verdad cuando la gente me dice que lee este blog. Si eres Itsaso, persona encantadora, inteligente, rubia y bien vestida sin orden jerárquico predeterminado, y efectivamente, me lees, la próxima vez que nos encontremos y seguramente sea con un vaso en la mano, deberás decirme antes que cualquier otra cosa: Cowabunga.
Bueno, así voy pasando la mañana y mi hermana qué estará haciendo, y Violeta, qué fue de la orca que le come la cabeza a la gente, qué fue de la plastilina y qué fue de los casiotone que teníamos en casa, ahora podría tener un grupo posmoderno o un marido que haga la compra los sábados por la mañana, mientras yo me dejara crecer el pelo y me salieran plantas de interior en el salón y puede que un coche o puede que haya perdido el hilo, lo que me lleva a considerar el punteo inicial de guitarra de 'Me he perdido' un motivo para ser feliz otra vez, ahora, y Nacho Vegas una forma de entender el mundo indispensable, como es indispensable que te rompan el corazón para entender la guerra y las sintonías de los telediarios.

Buenos días, amores mios.




miércoles, 3 de agosto de 2011

nadie se levanta dando un salto

El verano, esta estación diseñada para que la gente se vista indiscriminadamente con estampados florales, bermudas de saldo y chancletismo. Donde la gente más que morena está naranja y quiere llevarse libros para leer en vacaciones "pero que no sean de pensar, algo entretenido".
Entiendo que el pensamiento está reñido con el entretenimiento, como el buen gusto con el verano y la inteligencia con los taxistas.
He empezado a leer 'A la caza del amor' y me gustaría diseñar tramas con la exquisitez y el humor de Nancy Mitford. Lo cual me lleva a pensar en qué distinta es la burguesía de hoy en día, que es cutre, muy cutre. En la Inglaterra de entreguerras, beben el té, pasean en pony y son recalcitrantemente guapas y delgadas todas las heroínas ligeras de cascos.
He utilizado ya dos adverbios de modo y he juzgado con severidad a una señora que califica de aburrido a Nabokov. Estoy a muerte con los rusos, sobre todo con los que escriben en ruso, que no es el caso de Nabokov.  Me llevo a casa 'El maestro y Margarita' porque creo que Bulgákov está lo suficientemente perturbado para mí. Sé que más tarde hablaré con Laura de todo esto, ya que también se siente interesada por la literatura rusa y por la locura. Mezclamos temas. No sé que habrá hecho con mi ejemplar de los 'Cuentos' de Chejov, que decidió robar con descaro en su última visita.
Creo que voy a improvisar un mini cuento, que hace tiempo que no lo hago:

En verano le daban ganas de enamorarse y de hacer la compra por orden alfabético. Era una chica de tez blanquecina, según las definiciones de los manuales de urbanidad, escritos sin emoción literaria. Ella tenía pensamientos líricos todo el tiempo, del tipo "tengo compasión por los mosquitos que se abalanzan a la luz, como yo, y se achicharran". Ella era así. No es que fuera hermosa, es que era intolerable. Cuando se acercaba a la barra de los bares los borrachos se abrían a su paso, entre las brumas de la resaca del mañana. Nadie podía dejar de mirarla, a pesar de estar muy ciegos. Volviendo al tema central del relato, que es volatil e inexistente como la fortaleza moral de una lesbiana de Albacete, la protagonista improvisó un romance con una camarera aquel verano, por aquello de las copas gratis y la superioridad estética que te otorga frente al mundo que el Dj te salude con la mano. La camarera se llamaba Jennifer Tility, nacida en Wisconsin, tatatatataranieta de una prima segunda de Faulkner, por eso su bar se llamaba 'Luz de agosto'. La clientela se desconcertaba el resto del año, pero se sentían plenos de autoconsciencia en agosto bebiendo mojitos y tinto de verano, cockteles preñados de sofisticación.
Y la protagonista, decidió que Jennifer o el amor, o Jennifer y el amor. Así que la miró profundamente a los ojos y dijo en un arrebato etílico a la altura de su belleza:

-Jenny, nunca pensé que lo diría... pero me pones, la última. (con las comas así, para que Jennifer no entendiera la declaración de amor, que era más para sí misma, como el uso de compresas de marca genérica).

FIN

Este es el coche en el que debería viajar, según mi abuela, mi novia y Soraya Saenz de Santamaría (mujer a la que le encuentro atractivo, super en contra de mi voluntad)