lunes, 11 de abril de 2011

regresos y permanencias

Mi dentista me arrancó la muela del juicio tan violentamente que se cayó al suelo. Después la recogió y me preguntó si la quería guardar. Me pareció un momento inverosímil, porque mezclaba humillación con belleza. De alguna manera que no sé explicar. Yo soporto mal el dolor y nunca finjo una fortaleza de la que carezco. Me había echado a llorar mientras él manipulaba mi boca. Y ahora tengo mi muela en un frasco y no soy capaz de tirarla, la enseño orgullosa y luego me siento miserable. Una muela en un frasquito, todavía no lo asimilo.
Me perdí los mejores días de sol en mi casa, quejándome, esperando a mi novia, leyendo y viendo el programa de Ana Rosa. La tele es jodidamente peligrosa, te atrapa la banalidad de una forma inquietante, todo es de un mal gusto exquisito y no puedes dejar de mirar. Quieres más, porque hay algo hipnótico en el horror, en el presunto humor, la presunta información, la presunta seriedad y los presuntos reportajes en profundidad de estos programas. Tuve que hacer un esfuerzo para concentrarme en mi dolor de boca y lanzar el mando a distancia. Lanzar el mando a distancia a distancia. Qué maravilla poder hacer frases así, que son absurdas y lógicas a la vez.  Se la enseñaría a Gertrude Stein si pudiera.

Hendaya es definitivamente mi lugar de playa ideal. Las playas como concepto son un lugar zafio y hortera. Y la playa de Hendaya es como de juguete, la gente no grita, hasta las olas me parecen educadas. Fui muy feliz el sábado en Hendaya, gritando 'Vive la France', escuchando a Adam Green contigo en el coche, mirando a la gente, comiendo de espaldas al mar en un gesto falsamente simbólico, observándote y quejándome cuando me haces fotos, porque yo sigo creyendo en el amor, pero ya no creo en las fotos. Prefiero las historias de amor sin fotos, y prefiero las declaraciones de amor sin adverbios temporales.

Hoy he vuelto a la librería y me he dedicado a leer los recién publicados diarios de juventud de Susan Sontag. Es fascinante leer sus diarios de 16 años, cuando descubre su lesbianismo y no sabe encajarlo. Y me encantan las descripciones de sus obsesiones por un par de chicas y de los bares de ambiente y leyendo una entrada, he sonreido viendo lo poco que cambian las cosas. Voy a copiar un extracto para que Zaida sonría un poco y quite peso a su noche del sábado: "Hasta que me emborraché me pareció todo más bien deprimente. Harriet se colocó de inmediato, y pasó la noche siendo amable hasta la histeria con todas las mujeres con las que se había acostado durante el año anterior (y ahora detestaba): todas parecían estar allí...".

Sigue doliéndome la boca, así que voy a dejar de escribir.
Leo otra vez a Susan Sontag y me emociona cuando escribe "Soy infinita, nunca debo olvidarlo".

4 comentarios:

  1. joder, nerea.
    qué bien leer esto.
    he sonreído y he pensado que si incluso para Susan Sontag las noches de bolleras eran predecibles y absurdas... pues que estamos apañadas.
    pues sí, "todas parecían estar allí", ese podría ser el título de nuestra película maldita. malditas bastardas.
    las fantasmas de mis exnovias
    y otras bollos del montón.
    estos ensayos sobre el amor me parecen preciosos. Y te leo y tengo ganas de enamorarme y de volver a creer en el amor, porque si no creo... aquí ya no pinto nada.
    y ganas de sonreir e imaginarte enfurruñada, enganchada a la televisión y quejica, aunque me han dicho que eres buena enferma :)

    tq


    z.

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  2. Oh Susan Sontag. Predilección por esa mujer, ese mechón blanco infinito también.

    Y tú me emocionas nefrologuita. Con tu muela y esos ojazos hipersensibles podrías escribir una versión contemporánea de "La enfermedad y sus metáforas": un ensayo profundo sobre patología más leve (que no banal), más ligera.

    "La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara."
    Tequiero. sin adverbios, claro.

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  3. Eres infinita, has perdido el juicio y lanzaste el mando a distancia en el momento preciso.
    Estos versos me han aportado toda la luz que el sol no ha llegado a inspirarme en sete día tan luminoso (en Barcelona):

    Quizás no me explico con claridad.
    Quizás no siento con claridad.
    Quizás no soy con claridad.
    Pero qué poco oscura me siento desde el verano pasado.
    Mi amor no siempre progresa adecuadamente.
    Sólo yo sé cómo se esfuerza.




    Gracias.

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  4. Sin adverbios y con muchos ayeres, mañanas hoy o cuándos. Antonia.

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