martes, 28 de diciembre de 2010

Cuento de navidad

Nunca le había gustado el fin de año, ni las oficinas, ni las personas que dicen seso en vez de sexo.
Solía esconderse en nochevieja y miraba a los ojos de su gato buscando piedad. Su familia era tan grande que a veces ni siquiera se encontraba a si misma en las celebraciones. Celebrar el fin de algo le parecía de mal gusto, a menos que fuera la Segunda Guerra Mundial. Tenía una prima con un nombre exótico y una profesión fascinante: su prima María, funcionaria de correos. Su prima solía humillarla en las cenas familiares porque ella se sentaba a la mesa en vaqueros y zapatillas, el pelo cayéndole por la cara. Detrás de su pelo, ella se reía, lloraba y a veces masticaba una croqueta melancólicamente. También tenía un hermano que jamás le había dirigido la palabra y al que le gustaba contar chistes. Contar chistes, pensó, eso lo hacen las personas que no se han enamorado de la persona equivocada. Los familiares son aquellos seres que nunca nos llevaríamos a una isla desierta. Quizás la familia es una isla desierta. Ella miraba a las langostas muertas sobre la mesa con todo el amor de su corazón. Los ojos de las langostas, como diminutas canicas negras, nadie mira a los ojos a un animal muerto. Su tio Jaime o puede que su tio Antonio o puede que el espíritu de la navidad más enfermiza, agarró una langosta y fingió que hablaba, agitando sus patitas. Todos rieron. Ella prometió jurar fidelidad única y exclusivamente a los moluscos.
Fin de año. El día 31 le parecía una inmensa alfombra bajo la cual se barrían todos los sueños rotos y se hacían nuevas promesas y las bragas rojas relucientes que dan buena suerte, y las uvas atragantadas en el recuerdo de los amores perdidos y las luces de colores, la dictadura de la diversión, el primer polvo del año con alguien disfrazado de pingüino. Ella pensaba quedarse en casa, y ponerse 'El año pasado en Marienbad', como su amiga Gloria, que tenía miedo a volar y predilección por las películas incomprensibles.
Lo tenía decidido, apretaría los dientes en la última campanada, escaparía de los abrazos oficiales, raptaría a su gato, solos los dos en su habitación con conexión a internet y desconexión de emociones.
Eran las 23:57. En ese momento su teléfono vibró, iluminó la pantalla y algo en su interior, con este mensaje:
"El amor es dorado, incluso en invierno".
Cerró los ojos, sonrió tras su flequillo,brindó en silencio por cosas secretas, pequeñas.

4 comentarios:

  1. Éstos sí son los cuentos navideños que me gustan de verdad. ¿Por qué no me lo has vendido, hace tan sólo un rato? Se te pasó el ramalazo Paco Umbral.
    Los finales sólo son finales. Los principios, confiemos en ellos, anda. Y sal a la calle el 31. Hazlo por Wislawa.
    Brindo por las cosas pequeñas, secretas; y por todo lo que todavía no ha sucedido.
    Son las 14:25. En este momento, cojo mi teléfono. Busco en la agenda un Nombre. Selección-> Mensajes-> Crear Nuevo: 8 33 espacio 77 88 444 33 777 666 ¿Enviar?

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  2. Tu mensaje ha llegado.
    Yo sí que te quiero.
    Te buscaré en fin de año, quemaré contigo deseos y esperanzas nuevas.

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  3. lo decían en "todas las canciones hablan de mi" y no se nos puede pasar por alto a nosotros: hemos de ser infieles, sobre todo a nuestras ideas. es la única manera de llenarnos de cosas nuevas.

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  4. dorado. yeh!

    http://www.youtube.com/watch?v=U6tV11acSRk

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